Poesía 21

Marcar la senda con la tinta de mi risa y perder una apuesta con el tiempo.
Serenamente descontar tres bendiciones. Y entregar mis labios a quien quiera oirme.
Cambiar algunas soledades por iluminación y fertilidad.

Ser cuna de tréboles marchitos. Y manchar los libros sagrados con sudor.
Esconder sonrisas en los surcos de las huellas. Revelar apego en cada nota discordante.

Habitar en todas las flores amarillas y en los cielos de los días nublados.
Ser el charco de una calle inclinada. Y un reflejo de las dos de la tarde.

Residir en una cornisa, en un tragaluz o en una baranda. Ser el frío de unas manos ajenas.
Desacatar la prédica de los censores. Ser un grito de vida y un silencio de libertad.