Una hermosa sonrisa
Voy en Transmilenio (el sistema de transporte masivo de Bogotá que suple el metro que aún no tiene el distrito). Como de costumbre, todas las personas vamos apretujadas, en posiciones medio acrobátcas, y defendiéndonos como podemos (con pies y manos)de los bruscos cambios de velocidad del autobus artículado (que no pocas veces han mandado gente al piso).
-¡Una silla azul, por favor!- Dice una mujer en medio de la masa humana. No alcanzo a ver sus rostro. (Todos los buses tienen seis sillas azules destinadas a los ancianos, padres con bebés de brazos enfermos o discapacitados. En la misma zona donde están estas sillas, hay un espacio destinado a acomodar sillas de ruedas).
Un hombre en silla de ruedas, baja la mirada a su silla (cómo diciéndo que se la va a ceder a la señora, lo que evidentemente es imposible). Luego se echa a reir, burlándose un poco de si mismo y de su silla que no puede ceder.
-¡Es que uno debe tomarse la vida con alegría!- dice el señor, de unos 5o años de edad, mientras busca una mirada cómplice. Nadie dice nada, a pesar de que varios han presenciado su "chiste". Yo sonrío con él y le digo: Usted es un berraco (Colombianismo por persona valiente y decidida).
-Es que uno en una silla de estas, ¿y amargado?. No puede ser. Eso les pasa a los que recién llegan a esta situación. Pero con el tiempo uno aprende a reírse de uno mismo.
(La gente al rededor nos mira. Nadie dice nada, pero me da la impresión de que no pudieran entender que este hombre pueda reír con tanto desparpajo y frescura. Yo asiento las palabras del hombre con una sonrisa.)
-Antes de Transmilenio, yo me la pasaba encerrado en el apartamento, en la calle 63 ,todos los días. Pero ahora me puedo mover por toda la ciudad. No hay razón para estar triste.
-Es cierto- contesto mientras asiento con la cabeza. Reparo en su pelo cano, en sus ojos claros. Pienso en decir algo, pero un movimeinto brusco del autobus, y los torpes movimientos de los pasajeros que me acompañan, me roban la atención por un momento.
-Es que en Transmilenio es más fácil. En la calle, casi no lo ayudan a uno. Pero yo sí acudo a la policía, para que multen a la gente que parquea sus autos en las escazas rampas que hay en las aceras de la ciudad. No me importa que me digan sapo. La multa es de 300.000, pero no lo hago sólo pensando en mí. Lo hago por todos nosotros. Hasta tenemos un grupo en el consejo para defender nuestros derechos.
-Lo felicito, hermano. De verdad que lo admiro. -Digo mientras le extiendo la mano. Ahora estoy en la calle 100, y debo abrirme paso (torpemente) hacia la salida más cercana.
En 10 minutos serán las 10 de la mañana. Estaré en mi escritorio, atendiendo a mis clientes. Pero cada vez tengo más claro que mi clase de periodismo (que tomo de 7 a 9 AM) está cambiándome radicalmente.
Este hombre de la silla de ruedas, me ha quedado tatuado en la mente: En medio de un montón de gente seria y rígida, que no le sonríe a nadie en el Transmilenio, y que se siente mejor sin conocer nada del otro (así se rocen todo el tiempo, al hacer parte de una misma masa humana), el hombre que yo pensé que tenía menos motivos para reir, me ha regalado, además de una sonrisa, una gran enseñanza. (La cual todavía no soy capaz de resumir en una frase).
Esto del intercambio de sonrisas, me parece cada vez más interesante.
(Aviso al márgen: Estoy volviéndo a publicar algunos viejos post que considero interesantes en http://viejosepisodios.blogspot.com. Espero les gusten)
9 Comments:
Yo no viajo mucho en metro, generalmente es en micro, siempre tiendo a sonreir cuando algo divertido o fuera de lo normal pasa, pero parece que es en todos lados que las personas se sienten de otro mundo si los tocas con una sonrisa, te ignoran, son muy pocos los que responden de la misma forma.
Pero cuando sucede es de lo más extraño y te deja una sensación de relajo increible..¡¡
Un abrazo para ti..¡¡¡
La gente que menos tiene es la que más aprecia, como este señor: algo tan sencillo como poder salir de su departamento es algo que no toma a la ligera.
Aquí en Guadalajara, (México) hay un centro comercial relativamente nuevo (de unos 2 años) que no tiene una sola rampa para discapacitados, y he visto más de una vez a gente batallar por esto. Me da demasiado coraje la ignorancia e indiferencia por parte de las autoridades con respecto a este tema.
En el sistema que vivimos hoy es solo indiferencia...pero pienso que aqui en Europa es aun peor que en tu pais.
Regalar una sonrisa es darle unos años mas de vida a tu corazon.
Te abrazo fuerte y con una enorme sonrisa.....
Sorprende la entereza y la fuerza con que algunas personas echan arrojo a la vida, en el fondo son más fuertes que el resto esas que más han sufrido...
Un abrazo.
Cada vez tu sentido de periodista se agudiza más y no dejas de observar con atención todos los detalles de las personas y cosas que te rodean.
Un abrazo
Muy sabio el señor.. porque ha sido capaz de entender que la vida vale la pena de ser vivida, aun cuando no nos entregue lo que pedimos y nos quite lo que mas queremos..
Y muy sensible tu que has reciclado su sonrisa y regalado la tuya..
Sabes? Yo siempre sonrio.. no importa que no me la devuelvan.. algunos hasta me malinterpretan.. yo sigo haciendolo, porque ni el apuro, ni el cansancio, ni el individualismo de la sociedad actual, lograran quitarme aquello que bien puedo regalar sin que nada me cueste.. siempre hay alguien que lo apreciara como un buen regalo.. En el caso del señor de la silla de ruedas, fuiste tu.. Yo a veces tengo suerte y mas de una me devuelven.. Eso no tiene precio.
Un abrazo desde Chile!
Hay veces en que todo a tu alrededor suena a precipicio, a lluvia, a camara lenta.
Ves a tu gente y te preguntas cómo llegaste hasta aquí, como poder vivir cada día sin que te duela un poco mas el cuerpo.
Vivir, sólo vivir sin pensar.
O no pensar más
sólo respirar y esperar...
esperar qué?
yo sólo espero
pero ya no se qué
Tenia un amigo en silla de ruedas. Una persona brillante... incapacitado casi totalmente de cuello para abajo. Puesto que no podia pagarse una ayuda constante, se aburria muchisimo. Me lo encontraba a menudo en el hall de la residencia de estudiantes, sujetando un libro entre sus dedos rigidos, pasando las paginas con la nariz. Era una persona que, de haber estado bien, habria sido una copia de James Dean: vivia la vida con desesperacion, con provocacion, salvajemente. Me pregunto si hubiera sido tan extremo de haber estado en otra situacion. Tenia unos ojos que te taladraban. Se moria de ganas de volar y no podia mover las piernas...
Una vez lo pasee por la ciudad en patines, yo empujando su silla. Fue muy divertido. Comme quoi, existen placeres sanos ;)
I.
Si todos escuchásemos a estas personas seríamos conscientes de sus dificultades y les facilitaríamos la movilidad.
:) me quiero añadir al grupo de los sonrientes
Un abrazo
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