viernes, febrero 23, 2007

Mi primera semana sin trabajo

El viernes de la seman pasada, tres semanas antes de lo previsto, abandoné mi trabajo en FSA. No tenía sentido estar allí de cuerpo presente y de alma ausente, así que ante la primera insinuación de mi jefe al respecto, decidí partir. Creo que fue una buena decisión, pero eso sòlo el tiempo lo dirá, por ahora sólo me ocuparé de resolver el futuro inmediato sin mirar mucho atrás.

Apenas salí de mi oficina, el viernes pasado, mefui a tomar unas cervezas con una persona muy especial para mi. Tres Bravas en lata fueron suficiente para dejarme medio borrachín. Supongo que el frío dela noche, el impacto de la renuncia y el estómago vacío tuvieron que ver con eso. Me divertí mucho escuchando buena música y conversando, y eso calmó un poco mis temores.

Al día siguiente, me encontré con mi amigo Bladimir, médico recién llegado a Bogotá. luego de ser admitido en la especialidad de neuropediatría de la Universidad Nacional. (Yo me siento feliz de haber puesto mi grano de arena para que él lograra su cupo, mediante la realziación de una que otroa diligencia que le sdimplificó las cosas). Ese sábado fue el de la búsqueda del armario. 15 sitios (en la Carrera décima con Calle 1) y 50 opciones desembocaron en un armario azul metálico que cumplía con los requerimientos de precio y calidad de mi amigo.

A las 3 de la tarde, tomé rumbo hacia la Avenida Carrera 68 con Calle 11, para asitir a la misa por el papá de mi compadre (y primo) Nano. El gran Melco Rey, quien cumplió tres años de haber sido vilmente asesinado mientras cumplía con su trabajo diario conduciendo una buseta en las calles bogotanas.

La noche fue para ir a cine con Paola, la hermana de Nano, para comer Brownie y para conocer un poco el mundo nocturno de la Avénida Carrera Séptima. Entre algunas cervezas y humo de porritos me pareció ver un afiche que decía Bareto Vive. Realmente decía Barreto vive, lo cual tenía sentido en un bar de Salsa vieja. "El Perfume" cumplió las espectativas de lejos. Lapelícual hace honor al libro, y la calidad del teatro embajador permitió una noche genial.

El domingo, buscamos una mesa para el computador de Bladimir. Luego de una breve búsqueda por Home Center, el Super Almacén Olímpica y Home Sentry, conseguimos algo a buen precio. Mis ahijados Andres y Leo nos ayudaron a cargar el mueble y así terminó la mañana, en medio de bromas. (Leo le juró a mi amigo que me ganó al ajedréz, lo cual no0 es cierto, sin el menor asomo de verguenza... ¡Es el colmo! ¡Él que no hace bien el enroque largo! Por otro lado, Andrés y yo nos reímos bastante a cosata del baile de reggaeton de mi amigo Bladimir y de la indignación que esto le causaba a Leo).

La noche nos condujo a casa de mi joven primo Richard (mi mejor amigo en Bogotá). Allí, después de escuchar un buen rato a Silvio Rodríguez, logré entusiasmarlo con la troba cubana. no tanto así a mi ahijado Andrés que no mostró mayor entusiasmo. Entre "Debo partirme en dos", "El Necio" y "Al final de este viaje" decidimos que debíamos retomar la guitarra. Luego vimos Diamante de Sangre, en edición pirata (Mea Culpa). Sobre este film puedo decir que lo recomiendo a ojo cerrado, y que cumple con un buen porpósito de generar conciencia sobre el mercado de lasjoyas. Me dolieron algunas escenas que me hacían pensar en Colombia... Luego, mi fiel ahijado Andrés me llevó a su casa a dormir.

El lunes me levanté tarde y fui consciente de mi nueva realidad: la de desempleado. Luego de desayunar y charlar un buen rato con mi tía Alcira (la abuela de mi ahijado Andrés, quien a esa hora seguro ya estaba en el colegio) fui a casa a cambiarme. Fuen un largo viaje desde la Avenida Boyacá (más o menos Carrera 80, y muy al occidente) con Avenida de las Américas hasta mi hogar base, la casa de mi tía Idalid en el barrio Eduardo Santos (Av. Calle 3ra con Carrera 21).

Hacia las dos de la tarde volví a salir. Había pactado una visita a mi querida amiga Victoria, quien dio a luz hace menos de dos meses a SantiagoMejía Acosta (quien se parece al abuelo materno). Tomé Transmilenio y fui hasta la Avenida Caracas (Cra 14) con Calle 67, donde vive mi amiga. Una tarde de un poco de chisme sano y muchas risas, todo a bajo volúmen para no despertar a Santaguito... Cuando llegó Fernando, el esposo de Victoria tuve oportunidad de ver a dos padres juiciosos y solidarios en acción. Me alegró verlos tan felices.

La noche me condujo a Unilago, el centro comercial computacional de Bogotá, con mi amigo Bladimir. Esta vez la meta era un reporducto MP3, que escogió luego de una hora de búsqueda. Es que lo que uno no encuentre en este centro comercial de la Avenida Cra 15 con Calle 76, tal vez no lo encuentre en otro lado. Entre más conversación y buena comida, se fugaron otro par de horas. Mi amigo Bladimir es un buen contertulio, y me hace recordar muy buenas épocas.

El martes fue día de noticias. Fui llamado a mi primera entrevista de trabajo como periodista. Así que, luego de ir a mercar con mi tía Idalid, al Carrefour de la Carrera 30 con Calle 15, el resto del día lo invertí en estudiar un poco y enterarme sobre actualidad, con el inconmesurable apoyo de la Revista Semana (que tuve que ir a recoger a la empresa, pues allá estba fijada mi suscripción). Entre lectura y una buena siesta el martes se fugó. Así que sólo quedó por contar un agradable almuerzo en el restaurante de Vicky, en el sector bogotano de La Castellana en compañía de mis amigos Juan Carlos y Gloria). La noche me llevó a ori a Silvio Rodíguez en la agradable compañía de Bladimir, y a pensar como la era paría un corazón.

El miércoles fue la entrevista. Me sentí muy bien. Era para trabajar en una emisora de radio estatal. Pensé que clasificaría para lasegunda ronda de la selección, la prueba de voz, pero no fue así. (eso lo supe ayer jueves). Sin embargo salí de buen ánimo y gasté la tarde en pensar un poco sobre las ocpiones que tenía Kibbutz en Israel o Trabajo en Colombia. Como mi primo Richard no pudo cumplir nuestra cita para ir a Cine, me quedé en casa hasta que mi tía Idalid me sugirió que la acompañara a la Iglesia de Santa Helena para hacerse poner la cruz de ceniza. Luego de que le pusieron la cruz a todos los chicos del colegio del barrio, logramos nuestro cometido. Yo estaba algo desesperado por salir.

El jueves fue de clases de guitarra e inglés. Creo que estoy progresando en ambas cosas. Me siento cómodo con los ejercicios técnicos que el profe me está poniendo a hacer para estar en capacidad de tocar bien. Alejandro, que es una persona de mi edad, es un gran músico y un gran profesor. Y aunque llegué un poco tarde a su casa (Cerca de la Av Carrera 9 con Calle 147) en el norte de Bogotá, bien valió la pena el extenso viaje. Con la ayuda de un metrónomo alemán, logré acercarme más al ritmo que el profe requería. La clase de inglés también estuvo genial, auqnue también llegué tarde, pues estoy aprendiendo a usar los buses adecuados para no malgastar en taxis. Casi dos horas de conversación con Elizabeth me hicieron sentir mejor tanto lingusitica como espiritualmente. En su oficina de la Cra 15 con Calle 124, en frente del famoso Centro Comercial Unicentro, Liz me recordó lo conveniente que es para mi ir al Kibbutz.

Por eso cuando revisé mi e-mail, no me golpeó tan fuerte no ser seleccionado para la emisaora, y lo tomé como un mensaje del destino. Por eso me fui con mi guitarra y mis libros a donde mi primo Richar para volver a ver, esta vez con él, El Perfume. Yo le había prometido que solo vería esta película cuando él me invitara, y a pesar de que le fallé por afanado (pues la habái visto el pasado sábado) gosé mucho al verla de neuvo. Después de todo leí dos veces el libro de Süskind (¿por qué no ver dos veces el film?). Antes de ir a cine, tocamos guitarra y le enseñé un par de canciones que aprendí en la universidad. Algo de Los Rodríguez, una de Piero y claro, la inmortal Cielito Lindo... (Saludos a México).

Hoy dormí hasta tarde, y hacia las cuatro tengo que ir FSA para cerrar detalles de mi retiro y atender una reunión con el gerente. Tal vez me hagan una despedida, pues allí quedan muchos amigos. Así que por eso me he sentado a escribir mi post más largo. Porque quería recordar lo feliz que he sido esta semana antes de ir, tal vez por última vez la oficina de la Autopista norte con Calle 100.

lunes, febrero 12, 2007

Y pasó...

Como lo dejé entrever en mi post anterior no han sido días fáciles. Tras 3 años y 5 meses de hacer parte de la compañía FSA, el próximo mes la abandonaré. No ha sido un meomento fácil. Se ha tratado de un proceso intermedio entre renuncia y despido bastante dificil de describir.

De cualquier modo desde hace unos meses empezaba a hacerse cada vez más claro que iba llegando la hora de pasar la página. Nunca había llegado a estar de tan mal genio como en el último mes. Nunca antes me sentí tan estancado y tan aburrido haciendo algo. Y finalmente, nunca antes había tenido descuidos tan graves como en estos últimos días. Varios de esos errorcillos pusieron en peligro a la empresa en un momento en que el mercado no perdona un error.


Nunca pensé que algún día sería vendedor, pero hay muchas cosas que se vuelven realidad sin nisiquiera pasar una vez por nuestra mente... Fue algo extraordinario. Con mi jefe, aprendí muchos conceptos de mercadeo y ventas que practicamente se pueden aplicar a todas las fasetas de la vida. Las teorías del valos y de los momentos de verdad, de las que seguramente hablaré por acá algún día, me marcaron fuertemente.

Gracias a este trabajo tuve la posibilidad de estudiar periodismo, la carrera a la que desde niño me había querido dedicar. Gracias a este trabajo pude conocer la maravillosa ciudad de Bogotá en toda su extensión, sin limitaciones de ninguna clase. Gracias a este trabajo aprendí cientos de cosas que seguro me serán de utilidad en el fututo, en lo referente a las relaciones con los compañeros del trabajo. En fin, este, mi primer trabajo, como cabría esperar, me cambió la vida.

Tan sólo dos meses después de llegar a Bogotá conseguí este trabajo, en muy buena medida gracias al contacto que establecí con una vieja compañera de universidad. Estaba muy asustado y nisiquiera podía moverme sólo en esta ciudad de 8 millones de habitantes. Si no hubiera sido por el apoyo de mi familia, creo que hubiera enloquecido. Y claro, sino hubiera sido porque el que hasta dentro de un mes seguirá siendo mi jefe, talvez yo no hubiera aprendido a creer en mi mismo. De esa magnitud es la deuda espiritual que me queda con FSA.

Hoy, cuando el día de partir se aproxima, no puedo evitar pensar que me hubiera gustado dar más en mi cargo, a pesar de que de inmediato me repito que hice todo lo que podía, dentro de mis posibilidades y capacidades, y dentro de una organización más bien rígida y estática que no daba mucho márgen de maniobra.

Hoy, cuando empiezo a ver los rosotros de los copañeros permanentes de casi mil días hábiles de una manera más nostálgica, no puedo evitar que se me salgan las lágrimas. Nunca he sido bueno ahogando el llanto. Se quedan acá amigas y amigos muy valiosos. Un maestro y montones de clientes. Se queda un paisaje de flores amarillas y rojas y de árboles caóticos en el parque que suelo ver desde la ventana de mi puesto de trabajo.

Se queda un melómano que no odia el reggaeton y que saca diez mil argumentos para defenderlo con criterio. Se queda una vendedora del estilo tradicional que ha sido como una madre. Se queda un amigo al que le gusta la fotografía y otro al que le gusta el piano. Se quedan varios guitarristas y un buen bailador de música tropical. Se queda un grupo de chicas de contabilidad a a las que adoraré siempre. Se quedan un par de enemigos a medio declarar.

Pero aquí arranca la vida. Eso basta para calmar todo lo demás. Soy periodista doce años después de haberlo soñado por primera vez y hoy, como el que no quiere la cosa y sin pensarlo mucho, envié mis primeras tres hojas de vida...

En el msn tengo una frase de Silvio Rodríguez: "Al final del viaje comienza un camino". Es una de esas frases que yo acomodo para cualquier momento de mi vida. Y es que de alguna manera esta temporada de 6 años de Ingeniería Electrónica y 3 de FSA ´constituyeron un viaje de la vida, previo al inicio de MI camino.

Agradezco todo el "palo"* que me dieron en mi post anterior. Supngo que era inevitable, así como me fue inevitable escribir todo lo que sentí en los días previos a mi renuncia-despido. A veces, ya lo dijo Manijeh, es bueno dejar salir el mosntruo que duerme en nuestras entrañas... aunque sea por equilibrio... Negar ese lado oscuro, en mi caso, sólo conduce a reforzarlo... entonces lo dejo salir de vez en cuando. Para que luego vengan los versos y las fotos. Y la belleza.

(Película recomendada: El espíritu de la pasíon (Iron 3): ¡Qué belleza!

miércoles, febrero 07, 2007

La montaña de horror

Me duele el estomago. Yo pensé que ya había pagado todas mis equivocaciones, pero de nuevo se trataba de un desacierto. Hay cosas que no terminan de pagarse con una vida entera. Todos los ruidos de la calle me parecen acusaciones, agresiones y juicios. No hay mirada que no me haga sentir herido. No hay rostro ante el que no me sienta apocado y temeroso. Se que tomé malas decisiones cuando era niño y no tenía por que saber lo que me esperaba. Pero las consecuencias de cada jugada equivocada se han sentido en todo el tablero de mi existencia. En los cuadros blancos que habitó mi odio y en los negros que escogió mi poesía. Porque veo enemigos en todas partes. Porque desde hace años me empezó a parecer hermosa la palabra muerte. Porque en mi corazón copulan eternamente la caridad y la ira. Porque mi rosario siempre estuvo manchado de sangre.

Creí que todo era parte del pasado, pero cada mirada y cada palabra me recuerdan que nunca dejé de estar herido. Que ya no soy un niño que puede escudarse en la inocencia. Que nunca llegué a ser el hombre con el que todos los que me rodean soñaron. Que en mi columna y en mi cuello guardo el dolor del sismo que me condujo a la mediocridad. Yo que rezaba para ser un ser del común, hoy vivo las miserias del hombre del común y del pseudo intelectual que pretendí ser. Me equivoqué porque me querían perfecto y no lo fui. Porque para ser poeta me sobran palabras y me falta alma. Porque para ser vendedor me falta bravura, decisión y coraje. Porque para cumplir las metas es indispensable dejar de ser un pusilánime.

Amé si a eso se le puede llamar amar. A esa entrega desmedida e irracional que desprecian muchos psicólogos, le debo tal vez el contundente fracaso de mi lecho y mis caricias. Porque no construí un alter ego que mandara a dormir a todas mis imbecilidades y que lograra conquistar una mirada sin caer en la búsqueda de compasión. Amé por que vivir me quedó grande y creí que allí encontraría refugio. Y lo encontré. Pero hasta para defender una cuevita despreciable se necesitan agallas. Y yo siempre fui un escapista, un demagogo y un encantador de serpientes. Y mi encanto sobreactuado, la mayoría de las veces no fue suficiente para sacarme de las prisiones asquerosas que yo solo me fabrique para complacer a los enemigos que yo me inventé. Amé, pero dejé escapar, porque confundí amor con libertad; y al deseo puro y silvestre con intelecto y sabiduría.

Cualquier poeta maldito me molería con gusto a puñetazos sin importar que yo me haya creído su hermano. Todos mis sueños están estancados frente a un computador y un escritorio sucio, y frente a una vida convencional que le produciría vómito a cualquier ser realmente vivo.

Porque lo más espantoso es tener la posibilidad de estar vivo, y no tener el coraje para proceder.

(Dame, dame, dame un poco de tu amor, yo a cambio te ofrezco una montaña de horror / A. Calamaro)

viernes, febrero 02, 2007

Money


Recordando The Dark Side of the Moon (ey!) de Pink Floyd