Mi primera semana sin trabajo
El viernes de la seman pasada, tres semanas antes de lo previsto, abandoné mi trabajo en FSA. No tenía sentido estar allí de cuerpo presente y de alma ausente, así que ante la primera insinuación de mi jefe al respecto, decidí partir. Creo que fue una buena decisión, pero eso sòlo el tiempo lo dirá, por ahora sólo me ocuparé de resolver el futuro inmediato sin mirar mucho atrás.
Apenas salí de mi oficina, el viernes pasado, mefui a tomar unas cervezas con una persona muy especial para mi. Tres Bravas en lata fueron suficiente para dejarme medio borrachín. Supongo que el frío dela noche, el impacto de la renuncia y el estómago vacío tuvieron que ver con eso. Me divertí mucho escuchando buena música y conversando, y eso calmó un poco mis temores.
Al día siguiente, me encontré con mi amigo Bladimir, médico recién llegado a Bogotá. luego de ser admitido en la especialidad de neuropediatría de la Universidad Nacional. (Yo me siento feliz de haber puesto mi grano de arena para que él lograra su cupo, mediante la realziación de una que otroa diligencia que le sdimplificó las cosas). Ese sábado fue el de la búsqueda del armario. 15 sitios (en la Carrera décima con Calle 1) y 50 opciones desembocaron en un armario azul metálico que cumplía con los requerimientos de precio y calidad de mi amigo.
A las 3 de la tarde, tomé rumbo hacia la Avenida Carrera 68 con Calle 11, para asitir a la misa por el papá de mi compadre (y primo) Nano. El gran Melco Rey, quien cumplió tres años de haber sido vilmente asesinado mientras cumplía con su trabajo diario conduciendo una buseta en las calles bogotanas.
La noche fue para ir a cine con Paola, la hermana de Nano, para comer Brownie y para conocer un poco el mundo nocturno de la Avénida Carrera Séptima. Entre algunas cervezas y humo de porritos me pareció ver un afiche que decía Bareto Vive. Realmente decía Barreto vive, lo cual tenía sentido en un bar de Salsa vieja. "El Perfume" cumplió las espectativas de lejos. Lapelícual hace honor al libro, y la calidad del teatro embajador permitió una noche genial.
El domingo, buscamos una mesa para el computador de Bladimir. Luego de una breve búsqueda por Home Center, el Super Almacén Olímpica y Home Sentry, conseguimos algo a buen precio. Mis ahijados Andres y Leo nos ayudaron a cargar el mueble y así terminó la mañana, en medio de bromas. (Leo le juró a mi amigo que me ganó al ajedréz, lo cual no0 es cierto, sin el menor asomo de verguenza... ¡Es el colmo! ¡Él que no hace bien el enroque largo! Por otro lado, Andrés y yo nos reímos bastante a cosata del baile de reggaeton de mi amigo Bladimir y de la indignación que esto le causaba a Leo).
La noche nos condujo a casa de mi joven primo Richard (mi mejor amigo en Bogotá). Allí, después de escuchar un buen rato a Silvio Rodríguez, logré entusiasmarlo con la troba cubana. no tanto así a mi ahijado Andrés que no mostró mayor entusiasmo. Entre "Debo partirme en dos", "El Necio" y "Al final de este viaje" decidimos que debíamos retomar la guitarra. Luego vimos Diamante de Sangre, en edición pirata (Mea Culpa). Sobre este film puedo decir que lo recomiendo a ojo cerrado, y que cumple con un buen porpósito de generar conciencia sobre el mercado de lasjoyas. Me dolieron algunas escenas que me hacían pensar en Colombia... Luego, mi fiel ahijado Andrés me llevó a su casa a dormir.
El lunes me levanté tarde y fui consciente de mi nueva realidad: la de desempleado. Luego de desayunar y charlar un buen rato con mi tía Alcira (la abuela de mi ahijado Andrés, quien a esa hora seguro ya estaba en el colegio) fui a casa a cambiarme. Fuen un largo viaje desde la Avenida Boyacá (más o menos Carrera 80, y muy al occidente) con Avenida de las Américas hasta mi hogar base, la casa de mi tía Idalid en el barrio Eduardo Santos (Av. Calle 3ra con Carrera 21).
Hacia las dos de la tarde volví a salir. Había pactado una visita a mi querida amiga Victoria, quien dio a luz hace menos de dos meses a SantiagoMejía Acosta (quien se parece al abuelo materno). Tomé Transmilenio y fui hasta la Avenida Caracas (Cra 14) con Calle 67, donde vive mi amiga. Una tarde de un poco de chisme sano y muchas risas, todo a bajo volúmen para no despertar a Santaguito... Cuando llegó Fernando, el esposo de Victoria tuve oportunidad de ver a dos padres juiciosos y solidarios en acción. Me alegró verlos tan felices.
La noche me condujo a Unilago, el centro comercial computacional de Bogotá, con mi amigo Bladimir. Esta vez la meta era un reporducto MP3, que escogió luego de una hora de búsqueda. Es que lo que uno no encuentre en este centro comercial de la Avenida Cra 15 con Calle 76, tal vez no lo encuentre en otro lado. Entre más conversación y buena comida, se fugaron otro par de horas. Mi amigo Bladimir es un buen contertulio, y me hace recordar muy buenas épocas.
El martes fue día de noticias. Fui llamado a mi primera entrevista de trabajo como periodista. Así que, luego de ir a mercar con mi tía Idalid, al Carrefour de la Carrera 30 con Calle 15, el resto del día lo invertí en estudiar un poco y enterarme sobre actualidad, con el inconmesurable apoyo de la Revista Semana (que tuve que ir a recoger a la empresa, pues allá estba fijada mi suscripción). Entre lectura y una buena siesta el martes se fugó. Así que sólo quedó por contar un agradable almuerzo en el restaurante de Vicky, en el sector bogotano de La Castellana en compañía de mis amigos Juan Carlos y Gloria). La noche me llevó a ori a Silvio Rodíguez en la agradable compañía de Bladimir, y a pensar como la era paría un corazón.
El miércoles fue la entrevista. Me sentí muy bien. Era para trabajar en una emisora de radio estatal. Pensé que clasificaría para lasegunda ronda de la selección, la prueba de voz, pero no fue así. (eso lo supe ayer jueves). Sin embargo salí de buen ánimo y gasté la tarde en pensar un poco sobre las ocpiones que tenía Kibbutz en Israel o Trabajo en Colombia. Como mi primo Richard no pudo cumplir nuestra cita para ir a Cine, me quedé en casa hasta que mi tía Idalid me sugirió que la acompañara a la Iglesia de Santa Helena para hacerse poner la cruz de ceniza. Luego de que le pusieron la cruz a todos los chicos del colegio del barrio, logramos nuestro cometido. Yo estaba algo desesperado por salir.
El jueves fue de clases de guitarra e inglés. Creo que estoy progresando en ambas cosas. Me siento cómodo con los ejercicios técnicos que el profe me está poniendo a hacer para estar en capacidad de tocar bien. Alejandro, que es una persona de mi edad, es un gran músico y un gran profesor. Y aunque llegué un poco tarde a su casa (Cerca de la Av Carrera 9 con Calle 147) en el norte de Bogotá, bien valió la pena el extenso viaje. Con la ayuda de un metrónomo alemán, logré acercarme más al ritmo que el profe requería. La clase de inglés también estuvo genial, auqnue también llegué tarde, pues estoy aprendiendo a usar los buses adecuados para no malgastar en taxis. Casi dos horas de conversación con Elizabeth me hicieron sentir mejor tanto lingusitica como espiritualmente. En su oficina de la Cra 15 con Calle 124, en frente del famoso Centro Comercial Unicentro, Liz me recordó lo conveniente que es para mi ir al Kibbutz.
Por eso cuando revisé mi e-mail, no me golpeó tan fuerte no ser seleccionado para la emisaora, y lo tomé como un mensaje del destino. Por eso me fui con mi guitarra y mis libros a donde mi primo Richar para volver a ver, esta vez con él, El Perfume. Yo le había prometido que solo vería esta película cuando él me invitara, y a pesar de que le fallé por afanado (pues la habái visto el pasado sábado) gosé mucho al verla de neuvo. Después de todo leí dos veces el libro de Süskind (¿por qué no ver dos veces el film?). Antes de ir a cine, tocamos guitarra y le enseñé un par de canciones que aprendí en la universidad. Algo de Los Rodríguez, una de Piero y claro, la inmortal Cielito Lindo... (Saludos a México).
Hoy dormí hasta tarde, y hacia las cuatro tengo que ir FSA para cerrar detalles de mi retiro y atender una reunión con el gerente. Tal vez me hagan una despedida, pues allí quedan muchos amigos. Así que por eso me he sentado a escribir mi post más largo. Porque quería recordar lo feliz que he sido esta semana antes de ir, tal vez por última vez la oficina de la Autopista norte con Calle 100.