viernes, marzo 31, 2006

Montañas


(Panorámica del valle del Cocora en el departamento del Quindío, centro de Colombia. En este valle está la Palma de Cera, uno de nuestros símbolos patrios, que ya expuse en una foto anterior.)

(He actualizado los http://viejosepisodios.blogspot.com Ojalá los disfruten)

miércoles, marzo 29, 2006

Poesía 26

Donde muere la cordillera, un amigo puede oírme.

Por eso mi mapa está trazado sobre la hierba.
Por eso tejo versos con las ramas desechadas.

Mi temor es interpretado por el temblor de una hoja.
Mi expectativa está latente en una gota de rocío.

El ritmo de la tarde ha hecho un instrumento de mi cuerpo y las yemas de mis dedos han leído el morbo de las flores.

El paisaje ha descubierto en la causa de mis pasos, las voces de las hojas secas que duermen en el suelo.

Yo le hablo al piso con mi sombra.

El vacío que dejé en las bancas del parque es un recado.
Las caricias que mi espalda le dio al viento de la tarde, son renuncias.

Descanso mi inseguridad en las raíces del camino.
Y en la franqueza que le aprendí a la voz de una cascada.

Las piedras que tallaron mis pies, le hablan a mi sangre.
Y mi sangre responde a través de la sabiduría de un adolescente.

domingo, marzo 26, 2006

Cruz


(Final del Viacrucis de Salento (Quindío, Colombia)

jueves, marzo 23, 2006

El Ultimo Poema De Oliverio

(Este cuento fue escrito a medias. El poema lo hemos creado entre mi amigo Giro (http://girosintornillo.blogspot.com/) y yo. La narrativa es sólo de mi amigo Giro. El arte cobra su dimensión más espléndida, cuando la respuesta que genera es más arte)

Es fácil dejarme caer en el vacío, cuando sabes bien que alguien te quiere, tienes de que apoyarte. Yo no.
La crueldad parte por darse cuenta de esa verdad. Es no refregarse la verdad uno mismo, y olvidar por un rato que no tienes a nadie.
De todas esas formas posibles de querer quizás debe haber alguna que no caiga en el asunto. No te podré odiar.
No se como tu describes ese espacio lleno de nada, cuando son los recuerdos que hablan de ti que impulsan hasta algunas veces comenzar el día. De a pequeñas nostalgias se sale de cosas como esta ¿no?; un tipo de abrigo y algo de barba, con el cabello engominado y largo, se acerca a una ventanilla, se presenta como Oliverio, el automóvil esta quieto, en rojo, la pequeña ventana baja, el recita una serie de palabrerías de esas con argumentos de viejo y corazón de pequeño, una mujer llora, extiende un billete y una bofetada, es la paga por su ausencia, porque se vaya, su despedida ;el chasquido que da la palma con su mejilla. El sabe que no importa, que no lo pueden dañar, que no se puede ser dos veces mas vulnerable de lo que ya se ha sido, su corazón no se vuelve a partir.

Siempre que tengas una mano, antes de dejarla ir, tómala.

Antes de morir, el, deja entre manantiales lo que alguna vez entre pequeños cantos decidió por recitar .Su abrigo negro terminó por envolver la soledad que de apoco escondía bajo la mesa y el café por la mañana-para mostrar los efectos de eso que llevas por sonrisa- dice el.
Y en entre una servilleta de ese burdel, en donde se fue a despedir de las botellas sin titubear y en secreto, haciéndose el extraño, miedoso y excitado, a la prostituta que llevaba por compañía soltó lo que tenía guardado para otra, para no botarlo y morderlo, para no olvidarlo y suspirarlo, delineando su acento cremoso y seco, de cigarrillos de tabaco pastoso:

Cuando te extraño, al amanecer, deseo habitar todos tus sueños, tus pasos. Y continuar el diálogo que nuestros pies comenzaron en el vals. Cuando despierto, todos los colores de mi mundo quieren ser el almendra de tu mirada Entonces necesito respirar las notas de tu libertad.

Sin sacar la mano de su mejilla izquierda recubierta de pelo, en donde se consumía el cigarrillo casi al filtro, confundiéndose con el aire sudado y viciado del sitio de pobres diablos, de golpe, y una vez que raspo su agua ardiente con cerezas por su garganta, y casi tosiendo comenzó a galopar sus versos lo mas rápido y fortuitamente posible para su lengua:

Trato de interpretar un rumbo en las luces de la noche. Y de olvidar contigo las estrellas marchitas. Cuando te extraño, al atardecer, deseo habitar tus alegrías. Entonces necesito impregnarme del perfume de tu fuerza.

Dejo salir el suavizado humo por su nariz, cuyos orificios parecían mas grande que de costumbre-sonrió un poco, le miro fijo y como rebotando apreto los dientes- continuo:

Escribo en el lenguaje que tu rastro me ha inventado Y con los signos que tu presencia me dicta. Cuando el tiempo junta nuestros sueños, nos está llamando. Entonces necesitamos escuchar su voz.

Su lengua seca se vio caminante por sus labios partidos, pobres de todos los besos que perdió en todo ese tiempo-viendo a la mujer que estaba en el asiento del lado, sonriéndole, toda flaca, mal alimentada, con un peto brillante rojizo que se veía hasta tornasol amarillo con los neones, y su cabello alborotado y crespo que denotaban sus ojeras de tantas trasnoches como las estrellas salpicadas de rimel, sus arrugas alrededor de los ojos y sus labios finos mal pintados del mismo color que sus ropas, sin entenderlo en lo absoluto, solo sonriente , esperando la compra de otro trago y el pago de sus servicios, al menos por sus oídos, por estar ahí. Así es compra compañía-se dice el.
Oliverio se puso de pie, arreglo el cuello de su abrigo con nostalgia, soltó un par de billetes en la mesa. Solo se oyeron los tacos de sus botas en la escalera enclenque que salía a la superficie, a la ciudad ahuyante y envolvente, de luces ya no de neón pero igual de falsas, igual de inútiles, después de todo, el , aun no podía ver.

martes, marzo 21, 2006

Espejo


He actualizao los http://viejosepisodios.blogspot.com/

viernes, marzo 17, 2006

Mi tía y sus orquídeas


(En la foto está mi tía Idalid, quien ha sido un gran apoyo para mi en los casi tres años que llevo en Bogotá)

martes, marzo 14, 2006

Cuento 1

¡Hacía tanto tiempo que no sentía una caricia sobre su piel! ¡Le hacían tanta falta los labios de una mujer! ¡Extrañaba tanto estrechar la mano de un amigo!

No sabía bien que le había pasado. Por qué aquel hombre que se peleaban las damas de los mejores círculos sociales, ahora era ignorado por todos. Por qué el eterno invitado a las mejores fiestas ahora sólo podía presenciarlas de lejos. Por qué el “gentleman” de todas las conversaciones de señores importantes ahora estaba tan sólo.

Se la pasaba mirando el piso y chequeando con suaves pizadas el estado de las tablas de aquel teatro al que había asistido tantas veces con Josefina y con María Antonieta. Y con tantas otras personas que ahora desfilaban por su mente como fantasmas.

Una noche, mientras imaginaba que sus manos recorrían el hermoso cuerpo de una pueblerina ingenua, de esas que siempre lo acompañaban en sus paseos fuera de la ciudad , escuchó una voz perfecta.

Un hombre hermoso, alto y corpulento, como él, había saltado al escenario diciendo unas palabras que le eran felizmente familiares.

-Tened espejo hermoso, lo que vengo a darte. Mi imagen señorial, antes de una fiesta. La mayor perfección que habrá en frente tuyo por toda una eternidad –decía el hombre, mientras se desplazaba por el escenario exhibiendo una grandiosa camisa, un elegante corbatín y un fino pantalón, que junto con su armónico caminar parecían reclamar la mejor chaqueta que se hubiese diseñado nunca-. Mi bigote debe estar perfecto esta noche- se repetía en voz cada vez más baja-.

Él seguía extasiado mirando al escenario, impresionado de que por fin alguien se expresara con elegancia en ese sitio, a donde ya no iba gente de clase. Sólo truhanes.

Así que por un buen rato, despegó sui vista del piso y desde la fina baranda de madera sobre la que se apoyaba se dedicó a estudiar a aquel caballero de cabello castaño, piel blanca, nariz recta y dientes blancos.

De repente, entró al escenario una dama. Con piel perfecta, ropas delicadas y buenas maneras. -¡Si hasta podría ser Josefina, por Dios!- se dijo restregándose los ojos bruscamente. Y sus labios temblaron mientras sus manos se paralizaban de placer y de deseo.

Esa mujer debía ser suya y sólo suya. Eso era lo único en que pensaba. Y sintió una tremenda envidia de ese apuesto caballero que se aprestaba a besarla, en frente de todas esas personas que observaban con interés, e incluso con morbo aquella escena…

Así que se llenó de valor y salió de su escondite y avanzó entre el público que como siempre lo ignoraba con indolencia. A él que si iba bien vestido y que si sabía caminar como un hombre decente.

Pero esta vez no le importó. Subió las escaleras que lo separaban de la pareja dispuesto a golpear a aquel falso caballero que lo había engañado con sus ropas y lo había convencido infamemente, al igual que a aquella señorita, de su prestancia.

Y justo en el instante en que el público se aprestaba a aplaudir la escena crucial de la obra en que Don Manuel moría mientras besaba a su doncella, el actor se apartó bruscamente de los labios de la actriz que interpretaba a Josefina y la haló, tomándola de la mano escaleras abajo.

Y Don Manuel no entendía que había pasado, pero estaba feliz. Cuando intentó golpear a ese sujeto que le había recordado tanto a él mismo, y que lo había decepcionado luego, se sintió de nuevo vivo, y pudo disfrutar de nuevo de la mano de una mujer joven.

Aunque no sabía donde estaba ese sujeto ahora, ya no le importaba. ¡Era tan feliz llevando de su mano a una mujer tan bella! ¡Tan feliz notando como todos lo veían asombrados mientras salía del recinto!

Mientras él corría a un lugar privado donde pudiera declararle su amor a esa muchacha, todos los integrantes de la compañía de teatro pedían disculpas al público por lo sucedido en la escena. No entendían por qué su compañero había perdido la razón en el escenario.

La actriz protagónica, quien estaba enamorada de su compañero, aún creía que su amado la había raptado, aunque algo extraño en su mirada la alcanzó a preocupar, tan sólo por un segundo.

domingo, marzo 12, 2006

Palomas

viernes, marzo 10, 2006

Reflejo


jueves, marzo 09, 2006

Marcha

viernes, marzo 03, 2006

Tanka y dibujo


miércoles, marzo 01, 2006

Curva