domingo, octubre 30, 2005

La magia de la palabra hermano

De mi amigo Ulises aprendí tantas cosas, que empeñarme en listarlas significaría un esfuerzo titánico, condenado a quedar incompleto. Por eso, me voy a centrar en la más sencilla, pero a la vez, como suele pasar, la más grandiosa.

Eran nuestros tiempos de paros y protestas estudiantiles en la Universidad (Pública) del Cauca. Siempre estabamos metidos en la contradictoria labor de generar actividades constructivas en medio de las desbordadas pasiones del inconformismo juvenil, del que por cierto, también teníamos mucho.

Tiempos en que la palabra "compañero" retumba aún en los pasillos, a pesar de estar a más de treinta años y muchísimos kilómetros del Mayo del 68 francés.

Y entonces Ulises solía saludar: "¿Que hubo hermano?". Y a mi me gustó tanto la palabreja, que hasta hoy no he podido renunciar a ella.

Es que uno le puede decir hermano a todas las personas, con la tranquilidad de que no hay una connotación ni discriminatoria ni elogiosa. Hermano al compañero de trabajo. Hermano al compañero de estudio. Hermano al cliente (con el perdón de mi jefe, pero es que uno les toma confianza). Hermano al vendedor ambulante que le habla a uno en la calle. Hermano al conductor del bus. Hermano a mi único hermano de sangre, el gran Javier.

Es tan distinta a la fastidiosa palabra "Doctor" que se tomó a colombia de manera fulminante. Es que por acá no es necesario ser PHD para exigir el título de doctor. Incluso, algunos PHD con los que he tenido contacto, se molestan por que uno les dice señor. Nos obsesionan tanto los títulos.

Ignacio Ramírez, anciano profesor de filosofía católica, con el que no hablo hace mucho, y al que hoy le tengo más admiración personal que ideológica, decía que hablar mucho de los títulos destruía la confianza. Y yo creo que sí. Por que los títulos no significan nada, si no se traducen en obras para hacer del mundo un mejor sitio. Si el otro no siente placer al vocalizarlo. Cómo cuando un anciano profesor disfruta del honor de ser llamado Maestro, por el cariño y respeto de sus estudiantes.

Así, prefiero hablar de hermanos. Porque así habla ese gran tipo que es Cristo. Porque así uno se acuerda que todos somos de la misma carne. Que todos lloramos las mismas lágrimas.

Entonces yo recuerdo a Ulises, diciéndole hermano a mi ahijado, y a mis primos, y a los niños de cuatro años. Diciéndole hermano al limosnero, al colega y al taxista, . Y recuerdo así la utopía que nos movía entonces y que nos mueve hoy, a los integrantes del ya viejo Consejo Estudiantil de la Facultad de Ingeniería Electrónica y Telecomunicaciones de la Universidad del Cauca. La utopía de construir nuevas reglas para hacer del mundo un mejor sitio, pero con esfuerzo y entrega. No sólo con protestas e inconformismo.

Se que algunas personas, la palabreja no les gusta, o les parece "ñera" (colombianismo por callejera, o "de limosneros"). Pero a mí, además de parecerme un fuerte vínculo con uno de los amigos más admirables que tengo, me hace sentir lejano a los estereotipos y un poco menos secuestrado, en esta sociedad plagada de apariencias.

(Los invito a leer algunos post viejos en http://viejosepisodios.blogspot.com)

(Estoy escuchando The Boulevard of broken dreams, de Greenday, mientras escribo este post, y me parece que esos músicos, en la distancia, también son mis hermanos)

viernes, octubre 28, 2005

El perro

Como en la última foto que publiqué, Rex, el perro de mi ahijado quedó cortado, pues estoy pagando esa pequeña deuda, con el pequeño monstruo (expresión válida para el perro y para mi ahijado)

miércoles, octubre 26, 2005

Mi caricatura

(Tras una juiciosa lecura de http://eneilusiones.bitacoras.com)

Hay tantas cosas que valen la pena en nosotros, pero por alguna éxtraña razón, nos gastamos tanto tiempo tratando de maquillar nuestras debilidades.

Es la dinámica de las caretas que podría tener origen en el instinto de supervivencia: "si muestro mis debilidades alguien se aprovechará", "perderé ventajas estratégicas ".

Se que no todas las personas proceden así en todo momento. Es más, no es mi intención criticar o señalar a nadie. De hecho estoy luchando con algunos de mis dedos que insisten en señalarme...
Se trata más bien de cambiar un enfoque y pormover una idea: la de celebrar las debilidades y las tristezas con el mismo entusiasmo con el que celebramos las fortalezas. Leyendo a Angelita, concluí que no creo que el defecto sea menos poético que la cualidad.

Trazos de mi caricatura

-Soy llorón (pero he aprendido a esconderlo dentro y llorar después, como dicen Cristina y los Subterraneos)
-Soy perfeccionista (por eso sufro con cada error de ortografía, falla de redacción, y por eso casi me vuelvo loco cuando descubrí que no era talentoso para ingeniería)
-Soy terco (por eso, un poco estupidamente, decidí terminar la carrera de ingeniero electrónico). Ay Raúl, que 6 años no los regalan a la vuelta de la esquina)
-Soy un completo inutil para las labores manuales (la que arregla los daños eléctricos en casa, es mamá (Mom scout une cables, maneja llaves, repara hornillas).
-Creo en Dios quince días al mes (Pero eso sí, siempre he creído en la humanidad)
-Hay días (de debilidad) en que simplemente quisiera creerle a Coelho o a Cuautemoc Sánchez todos sus discursos. Pero no puedo. Herman Hesse y de Milan Kundera llegaron primero)
-Soy perezoso y mis despertares son un drama (para llegar hasta la ducha voy caminando recostado a las paredes)
-Soy hablador (tengo que aprender a escuchar, tengo que aprender a escuchar, tengo...)
-Antes era indeciso, ahora no sé (Tomado de un famoso graffitti de las calles colombianas)
-Soy un solitario empedernido al que le cuesta reconocer, que tanta soledad lo está apabullando.

Como no soy buen dibujante, he hecho mi caricatura verbal: rasgos definitivos, trazos exagerados y mucha simplificación. Así se llega mejor a las verdades básicas.

Así le estoy dando un abrazo al ser con temores, carencias y errores por el que pregunta Angelita.

lunes, octubre 24, 2005

Arena entre las manos

(Leyendo a Waghorn)

Cuando tenía unos seis años, y mi mamá, muy discplinadamente, me guiaba en las oraciones de la noche, yo solía pensar, muy asustado, en como sería el mundo si ella no estuviera. O si papá muriera. Entonces cerraba los ojos, apretaba la almohada contra mi rostro y alejaba esos terribles temores de mi cabeza, no sin antes secarme una que otra lágrima.

Luego mamá salía y apagaba las luces, y yo me quedaba solo con mis temores. Con el par de venados de trapo que me producían tanto miedo por razones que desconozco. Con las bendiciones que mamá había puesto en todas partes de mi cuerpo al persignarme. "Ellos no morirán nunca" pensaba. Y luego de darle vueltas al asunto unos minuticos, el sueño terminaba por alejar a los fantasmas.

Pero con la muerte de papá, varios años después, entendí que la gente sí se iba. Que no estaban aquí para siempre. Que había cosas importantes que se quedaban sin decir. Que muchos momentos nunca serían posibles por más que lo deseara.

¿No han sentido ustedes deseos de atrapar todo lo que les gusta del alma de una persona, en una mano? ¿No han experimentado unas ansias locas de aprisionar esencia, olor y sentimiento en una mirada?

Yo creo que es lo único que he intentado hacer en el camino de mi vida: he querido capturar las esencias que considero indispensables. Las que creo infaltables. Pero igual se me van.

Y en la calle veo rostros que no deberían irse nunca. Y posturas al caminar, que son merecedoras de la eternidad. Gestos que no deberían caducar. Miradas que no deberían tener fin alguno. Pisadas que siempre deberían ser presente, y no sólo arena entre las manos.

Y cuando veo en mis tías la sonrisa de papá, y cuando oigo en los refranes bogotanos las palabras del gran Raúl Virgilio (que así se llamaba mi padre), como un reflejo, lanzo la mano al aire, tratando de capturar "no-se-que-cosa".

(Al leer sobre la tía de Waghornhttp://movilwagg.blogspot.com/, y de todo lo bonito que el recuerda de ella, támpoco pude evitar mandar la mano al aire. Es que hay tanto en los humanos digno de ser guardado...)

Soy como soy

(Una canción de Franco de Vita, que he tomado por varios años como una especie de himno personal. La comparto, porque creo que varias de las cosas que dice son constructivas)

Es inútil que me digas lo que tengo que hacer:
he pasado por todo en la vida y se muy bien lo que quiero de mí.
Y no es porque yo no escuche consejo,
solo trato de hacer lo que puedo.
Es mi vida, es mi manera de ser, solo soy como soy.

He probado ser feliz y algunas veces lo fui,
he jugado al amor y he perdido mas de una vez.
He caminado mas de lo que imaginas,
con la suerte no siempre a mi lado,
pero siempre he creido en la vida:
solo soy como soy.

Y solo creo en la verdad y la sinceridad
Y no me gusta despegar porque no se volar
Prefiero tener los pies sobre la tierra

Y el dinero de verdad no es mi debilidad
Prefiero amor en cantidad, lo que me puedas dar
y me siento bien a la orilla del mar.

No pretendo presumir de lo que nunca fui,
hago mi vida y no me meto en la vida de los demás.
A veces demasiado sincero, y después sólo llegar de primero
soy amigo hasta de mi enemigo
solo soy como soy.

jueves, octubre 20, 2005

Poesía 16

Oscuridad no es descanso. Tengo fiebre.
Los sueños son imprecisos y vertiginosos.
Las luces son muecas y las cobijas, redes.

El agua hiere la garganta. Tengo frío.
El sudor me está bañando lentamente.
La radio es un demonio, y los libros son duelo.

La madrugada me acoge. Soy silencio.
Las tablas de la cama no me arrullan.
Las manos están tiesas y la espalda fría.

No quiero viandas. El apetito ha muerto.
Los estruendos de la calle me saludan.
Las mantas son un nudo con mi cuerpo.

Y las ideas que poseo se enferman.
Y los sueños en que creo se empantanan.
Y mi frente simplemente está caliente.

Mi vestigio de conciencia se revela:
Volveré a ser yo, tal vez mañana.

martes, octubre 18, 2005

Mi tía y sus dos nietos

En la foto, m tía Alcira, y sus dos nietos quinceañeros: Andrés y Leo mi ahijado (acompañado de un fragmento de su mascota: Rex)

lunes, octubre 17, 2005

Poesía 15

La noche no retorna los favores: sólo espera y observa sus juguetes.
Vive de la velocidad y de las gotas de agua lluvia. Arrulla a un cachorro con sus silencios.
Dibuja un cuadro surrealista en cada encuentro. E invita al desprevenido.

La noche no sabe de imprudencias: sólo otorga o reconviene.
Su piel es más que el musgo y que el loto. Besa el temor de una muchacha.
Huele las pesadillas que no han sido. Estruja las cortinas que la olvidan.

La noche tiene voz de motor y sed de fuego.
Quiere dormir en cada silla sola. Y regala la oscuridad que la envalentona.
Trastavilla por la luna y las linternas. Guarda una semilla en su terreno.

La noche pretende a cada uno de los callejones.
Presenta su dote a los ladrillos húmedos y a los líquenes.
Extravía a sus hijos y les borra las heridas. Adopta a un cuhillo y a un beso.

La noche llama a quien quiera oirla.
Ahoga muertes con su halo. Conquista el rastro de quien la enamore.
Juega con las lámparas y con las bocinas. Encoge su manto sobre sus andrajos.

Y recibe ofrendas. Y esclavitudes. Y misiones. Y fines. Sin chistar.

(Aviso al margen 1:Un impactante (e indispensable) texto sobre la suerte de los inmigrantes en Marruecos, ha sido re-publicado por Marcarlop y está disponible en: http://blogs.ya.com/marcarlop/)

(Aviso al márgen 2: Estoy volviéndo a publicar algunos viejos post que considero interesantes en http://viejosepisodios.blogspot.com Espero les gusten)

viernes, octubre 14, 2005

Una hermosa sonrisa

Voy en Transmilenio (el sistema de transporte masivo de Bogotá que suple el metro que aún no tiene el distrito). Como de costumbre, todas las personas vamos apretujadas, en posiciones medio acrobátcas, y defendiéndonos como podemos (con pies y manos)de los bruscos cambios de velocidad del autobus artículado (que no pocas veces han mandado gente al piso).

-¡Una silla azul, por favor!- Dice una mujer en medio de la masa humana. No alcanzo a ver sus rostro. (Todos los buses tienen seis sillas azules destinadas a los ancianos, padres con bebés de brazos enfermos o discapacitados. En la misma zona donde están estas sillas, hay un espacio destinado a acomodar sillas de ruedas).

Un hombre en silla de ruedas, baja la mirada a su silla (cómo diciéndo que se la va a ceder a la señora, lo que evidentemente es imposible). Luego se echa a reir, burlándose un poco de si mismo y de su silla que no puede ceder.

-¡Es que uno debe tomarse la vida con alegría!- dice el señor, de unos 5o años de edad, mientras busca una mirada cómplice. Nadie dice nada, a pesar de que varios han presenciado su "chiste". Yo sonrío con él y le digo: Usted es un berraco (Colombianismo por persona valiente y decidida).

-Es que uno en una silla de estas, ¿y amargado?. No puede ser. Eso les pasa a los que recién llegan a esta situación. Pero con el tiempo uno aprende a reírse de uno mismo.

(La gente al rededor nos mira. Nadie dice nada, pero me da la impresión de que no pudieran entender que este hombre pueda reír con tanto desparpajo y frescura. Yo asiento las palabras del hombre con una sonrisa.)

-Antes de Transmilenio, yo me la pasaba encerrado en el apartamento, en la calle 63 ,todos los días. Pero ahora me puedo mover por toda la ciudad. No hay razón para estar triste.

-Es cierto- contesto mientras asiento con la cabeza. Reparo en su pelo cano, en sus ojos claros. Pienso en decir algo, pero un movimeinto brusco del autobus, y los torpes movimientos de los pasajeros que me acompañan, me roban la atención por un momento.

-Es que en Transmilenio es más fácil. En la calle, casi no lo ayudan a uno. Pero yo sí acudo a la policía, para que multen a la gente que parquea sus autos en las escazas rampas que hay en las aceras de la ciudad. No me importa que me digan sapo. La multa es de 300.000, pero no lo hago sólo pensando en mí. Lo hago por todos nosotros. Hasta tenemos un grupo en el consejo para defender nuestros derechos.

-Lo felicito, hermano. De verdad que lo admiro. -Digo mientras le extiendo la mano. Ahora estoy en la calle 100, y debo abrirme paso (torpemente) hacia la salida más cercana.

En 10 minutos serán las 10 de la mañana. Estaré en mi escritorio, atendiendo a mis clientes. Pero cada vez tengo más claro que mi clase de periodismo (que tomo de 7 a 9 AM) está cambiándome radicalmente.

Este hombre de la silla de ruedas, me ha quedado tatuado en la mente: En medio de un montón de gente seria y rígida, que no le sonríe a nadie en el Transmilenio, y que se siente mejor sin conocer nada del otro (así se rocen todo el tiempo, al hacer parte de una misma masa humana), el hombre que yo pensé que tenía menos motivos para reir, me ha regalado, además de una sonrisa, una gran enseñanza. (La cual todavía no soy capaz de resumir en una frase).

Esto del intercambio de sonrisas, me parece cada vez más interesante.

(Aviso al márgen: Estoy volviéndo a publicar algunos viejos post que considero interesantes en http://viejosepisodios.blogspot.com. Espero les gusten)

jueves, octubre 13, 2005

El caballo del ajedrez

Cuando era niño una anciana comerciante que tenía en gran estima a mi familia me regaló un pequeño ajedrez, cuyas fichas eran de plástico.

Cada ficha tenía un pequeño imán en su base, y contaba con detalles más bien elaborados que la hacían muy agradable a la vista.

Cómo yo era muy aficionado a jugar, tanto con mi hermano como con mi padre, las pequeñas fichas siempre estaban fuera de su caja. Hasta que un día, un caballo negro se cayó al piso y rodó hasta una ranura que había entre las tablas del piso de mi casa, perdiéndose en su interior.

Lloré mucho, pues era muy chico. Entonces apareció mi hermano.

Tomó el mango de un viejo cepillo de dientes, y lo empezó a labrar con una cuchilla, pacientemente , hasta lograr lo más parecido posible al pequeño caballo que escazamente superaba el centímetro de alto. Luego de pintar su pequeña obra de arte de negro, procedió a buscar un imán del material indicado para poder sacar un pedacito y adaptárselo al mini-equino.

Pues bien. Seguí jugando mucho tiempo con el ajedrez que me regaló la adorable viejita (que antes de que dejara de verla para siempre, me regaló varias cosas más, entre ellas un diario de los que tienen llave).

Y hasta hoy, cuando pienso en mi hermano, pienso en el caballito que labró para mi, durante unas noches, sólo para no verme llorar.

Aviso: Estoy republicando a diario viejos post, de mi antiguo blog, en la siguiente dirección: http://viejosepisodios.blogspot.com/ Confío en que algunos aún puedan resultar interesantes.

martes, octubre 11, 2005

El sentido de la vida

(Escrito con el corazón)
Desde hace más de quince años tengo esa pregunta tatuada en mi mente: ¿Cuál es el sentido de la vida? . Le he dado respuestas de todo tipo. He tocado el tema con todos mis amigos cercanos. He establecido prolongadas charlas al respecto. He leído libros de Herman Hesse y artículos de prensa de Walter Riso.

Y he llorado sólo en las noches (más en otros tiempos que ahora). Y me he echado a reír de la desesperación. Y he decidido simplemente dormir en más de una ocasion. (No se piensa claramente con las lágrimas rodando y con el dolor en el pecho que me produce el llanto solitario)

He dicho y escuchado frases de varios calibres: ¿Para qué nacer, crecer, reproducirse y morir como una planta? ¿Por qué no, simplemente, desaparecer? ¡Somos unos seres superficiales, sin rumbo! ¿No has pensado en que todo esto es sólo un sueño (algunos decían pesadilla) y que nada existe?

No se como toda esa tristeza vivió en mi corazón por tantos años. Tal vez tuvo que ver con el hecho de equivocarme de carrera. Con el asunto de ser siempre menor en edad cronológica que mis compañeros de colegio (y luego de universidad) por algún accidente burocrático y algo de "buen rendimiento". Tal vez todo se volvió más fuerte con la muerte de mi padre (hace ya 7 años).

Se que Bush es terrible y no gusto del presidente de mi país. La economía globalizada viene a acabar de matar a los menos favorecidos. En todas las esquinas hay mendigos y muchas madres que pasan la noche en las calles con sus pequeños hijos. Mi país vive una guerra horrenda, donde mucha gente es asesinada (y torturada... y secuestrada) mientras yo escribo estas lineas desde mi privilegiado mundo de computadoras y cámaras digitales.
Se que todo por ahora es así. Y me duele. Pero digamos que algo ha cambiado en mi.

El asunto es el siguiente: De una manera más bien natural, durante estos años, mi forma de enfrentar el problema ha variado significativamente. Digamos que me ví enfrentado a la desición de vivir bien o no hacerlo. Pues una vida eternamente atormentada en realidad no era lo que quería. Pero támpoco deseaba una vida inconciente e indiferente...
Estoy vivo y no sé si vuelva a suceder (aunque algunas culturas lo plantean). Puedo hacer muchas cosas chéveres. Puedo inspirar a la gente que está a mi alrededor y lee mis letras. Puedo cantar y rozar con dificultad mi guitarra para producir tonadas, que más allá de Bush y Osama, hacen sonreir a la gente que quiero.
Puedo inspirar a mis primos más jóvenes. Regalarles libros y juegos. Desde las Biográfías hasta el juego de Risk, hay todo un universo para que nuestras mentes se encuentren y se entrelacen.
Puedo hablar con mis amigos y brindarles un rato de magia vía celular (de hecho, ellos también lo hacen conmigo). Puedo escribir los poemas que cruzan por mi mente a diario, mientras cruzo esta metropolis enorme, que sin ser mi cuna, juega a ser mi hogar.
Puedo hacer cosas extraordiarias dentro de las posibilidades que tengo. (Se que no puedo, y quisiera hacerlo, frenar huracanes, volcanes, tsunamis, hambrunas, invasiones y venenos).
Puedo cumplir varios propósitos que anoté en un blog reciente. Invitar a vivir. Quedarme aquí porque es mi vida. Hacer sentir grandes a los que me rodean. Endulzar el día del que se tropiece conmigo.
Y claro. Puedo ser periodista. Quiero hacerlo para darle a la gente la información que necesita para ejercer su libertad. Para mantener su dignidad. Quiero ser periodista para buscar un mundo mejor para la gente que me rodea.
La indigente del otro día, que me agradeció la sonrisa que le "regalé" me recordó que puedo hacer muchas cosas por la gente que está allá afuera. Si no por toda, si por alguna parte.
No puede renegar de mis lágrimas. Las amo porque también son mi vida. Ni de mi exsitencialismo trágico de tantos años. Lo único que puedo hacer es tratar de hacer que los años que vienen (o sea el infinito menos 25 según quiero creer) sean más chéveres (colombianismo por agradables, buenos, ¿chido?) y me permitan regalar a más personas esa combinación mágica de químicos y esencia que quiero pensar que poseo...
Y todo esto se desencadenó porque mi querido amigo E, nuevo padre de familia (y desde hace unos meses médico titulado) me dijo al celular hace un rato: "Raúl, hablar con vos es como leer un libro" y luego para "rematar" dijo: "Creo que debe ser chévere que a uno le digan eso ¿no te parece?".
Le contesté, un poco confundido y emocionado, que sí, que era chévere que alguien que lo conoce tanto a uno (tantas cosas duras y negativas que los amigos de verdad conocen) emita un concepto tan positivo. (En verdad quiero conocer al hijo de mi amigo, es que es mi sobrino, en serio!)
Y luego leer todos esos comentarios tan chéveres de mis amigos del blog, acerca de la poesía a mi ciudad adoptiva, Bogotá. Saber que alguien en el otro hemisferio de la tierra, a varios kilómetros, con mar de por medio, puede recitar los versos de uno y sentir lo que uno siente. Y saber que uno puede conocer su mundo, y leer sus escritos y vivir parte de sus alegrías y temores...
Estoy vivo, ¡No quiero desaparecer!

lunes, octubre 10, 2005

Visita de mi amigo Ulises


...y el motivo ideal para estrenar mi cámara digital.
(De derecha a izquierda, Sandra (la novia de mi amigo), Ulises, María Alejandra (mi compañera de oficina y en su momento de tésis, y yo)

viernes, octubre 07, 2005

Poesía 14

(Unas palabras sobre Bogotá)

Su abrazo no es el más sencillo: parece poseer salvajemente.
El bebedizo que es su aire, es, de repente, carne.
Mil voces comparten lecho con su noche y con los perros: una esquina funge de hogar de paso.
El beso de sus borrachos con la tierra es abstinencia.
(A veces muerde sus manos salvadoras).

Sus huellas son las lágrimas de los perros: los únicos vagabundos con respuestas.
Sus olores salen a pasearse por la noche sin vergüenza. Y a encontrarse. Y a amarse.
Su colección de cornisas conoce los arrebatos de los muertos.
Sus señoritas salen a escoltar los deseos de una estrella en la neblina.

Es la asesina de un pántano hermoso y de una sinfonía precolombina.
Ama a sus vámpiros sin ninguna verguenza y le sonríe a sus gamines.
Regaló su humedad a varios conquistadores, como buena enamorada.
Pero ahora tiene la piel dura y le falta el aire.
Igual que una poseída, tiene cien músicas en su cuerpo.
Y ama sus cicatrices como lo hace el guerrero.

jueves, octubre 06, 2005

Para seguir el camino

Algunas ideas de lo que quiero hacer:

-Dejar mi rastro inivtando a vivir (ya lo dijo Silvio Rodríguez)
-No despreciar las causas perdidas, pues no puedo negar que (al igual que para los Heroes del Silencio) son mis favoritas
-No sentirme extranjero en ningún lugar (Serrat sabe de lo que habla, por eso sabe vagabundear)
-No me preocuparé más de la cuenta, pues ya lo dijeron los Duran Duran: Nadie sabe que va a pasar mañana.
-Haré que todas las personas con que tenga contacto se sientan grandes, como lo proponía Charles Dickens, y me lo enseñó Pablo Potter http://blogs.ya.com/pablopotter/
-Brindaré más sonrisas: Una indigente me premió esa conducta hace unos días, y "conducta que se premia, conducta que se repite" (eso dice mi jefe)
-Seré fiel a mi naturaleza, a la naturaleza humana, y a la naturaleza de mis oficios, pues según mi profesor, el periodista Javier Darío Restrepo, es la mejor manera se ser ético.
-Disfrutaré más de las cosas simples. John Lennon dijo que "La vida es aquello que te pasa cuando estás ocupado haciendo otros planes"
-Haré que cada día cuente (Jack Dawson de Titanic, le dejó más de una cosa buena a mi vida)
-Tendré en mente que "si el cielo puede resquebrajarse, debe haber un camino de vuelta al amor y sólo al amor". U2 suele decir cosas sensatas.
-Trataré de no herir los sentimientos de nadie, y de no hacer la vida "pesada" para nadie. Pet Shop Boys me lo enseñaron hace más de 10 años.
-Seguiré nadando en la misma dirección: La de siempre, la misma del salmón (Calamaro, ¡Sos grande, ché!)
-Me quedaré un buen rato al lado del camino (Fito Paez dice que "es más entretenido y más barato")
-Imaginaré que no hay cielo ni infierno bajo nosotros, y sólo me ocuparé de la hermandad humana. Imaginaré que no hay países, creyendo que el mundo es sólo uno. (Me lo dijo Lennon, y me lo reafirman los blogs)
-Ofreceré mis manos, mi cansancio que a otros descanse, (mi) amor que quiera seguir amando. (Me lo enseñaron desde niño, y lo oí cada domingo por más de 15 años)
-Y si me ofrecen el final, diré que igual me he de quedar, porque soy yo, porque es mi vida. (Gracias Charlie!)
Tengo mucho por delante.

miércoles, octubre 05, 2005

Comentarios sueltos

La circunvalar

Ir por la Avenida Circunvalar (de Bogotá) recién entradita la noche y a una buena velocidad, es algo realmente emocionante. No hay mucho tráfico, así que es una vía rápida, donde las curvas exigen un buen grado de concentración para el conductor. Pero como yo soy pasajero, me dedico a disfurtar de las fuerzas centrípetas y centrífugas de las curvas, con un máximo de inmadurez (no falta el taxista que me mira con desconcierto). Tiene uno que otro tramo oscuro, que le da un encanto especial. Sé que su trazado no es el mejor, pero es que bordear los cerros orientales de Bogotá es todo un reto para una vía.

Aclaraciónes:

1) La circunvalar puede ser peligrosa, por lo solitaria, más al sur de la calle 17, y después de las 10 PM.
2)La circunvalar no fue pensada para los peatones, así que no hay manera de tomar una caminata por allí (atravesarla es practicamente imposible, por lo rápida)
3)Por esta vía se puede salir al pueblo natal de mi padre: Choachí (Nombre de una encomienda (lote de esclavos) de la colonia, que luego tomó el pueblo)

La indigente

Voy en un taxi, a punto de cruzar la carrera décima con calle primera y una indigente, de los varios que hay en la zona, se acerca al auto. Rapidamente pongo seguro y termino de subir la ventana. El conductor se preocupa por los espejos y la antena...

La mujer para a medio metro de mi puerta y dice: Una monedita... Yo le digo que no tengo, y sonrío, como siempre hago frente a... cualquier cosa.

Ella dice: No importa. Me regalaste una sonrisa. Gracias. No necesito más.

Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en las películas.

Referencia para el vecino

-Raúlito-dice mi tía vía telefóncia- acuérdese de la referencia para Don J, el vecino que toma en alquiler el apartamento del lado.
-Ah sí-digo- Por medio de la presente certifico que (...) y además que es muy responsable y cumplido. en los pagos. Advertencia: No interrumpir su sueño hablando muy fuerte después de las once de la noche, puede ser muy agresivo y tornarse peligroso.
-Tal vez-dice mi tía riéndose- es mejor quitarle lo del final.

Visita al dermatólogo

Alguna vez hice referencia en un poema a "quemaduras en mis manos y heridas en mis pies" o algo así. Bueno, tengo un par de "verrugas" en mis manos que se estaban tornando serias (y acomplejantes) y un clavo plantar (que me chuzaba al caminar). Pero para esos casos, ha estudiado varios años el gran Milton Gonzalez. Debe ser 10 años mayor que yo, y se tomó el problema como algo personal hace ya algunos meses. Conclusión: Luego de rodar por varios doctores y tratamientos dolorosos, gracias a él, ahora estoy 90% curado. El sujeto posee la técnica y la persistencia. Además de la calidad humana necesaria para hacer menos detestable el día de las quemaduras. ¡Gracias Milton!

El hijo de un gran amigo

Ha llegado al mundo el primogénito de mi gran amigo E. Es difícil de explicar lo que se siente por el hijo de un amigo que es casi un hermano. De lo que estoy seguro, es de que si ese niño algún día necesita de mi, así sea para lo más mínimo, estaré allí, listo a servirle, pues es como mi sobrino. No lo he visto, pues el niño está en Cali, no aquí en Bogotá. Ya habrá tiempo para ese momento especial.

Los pequeños roedores pictofagos

Mi tía está enfadada con los niños del apartamento del primer piso. " Es que parecen locos, ¿como pueden morder la reja y roer la pintura?". Yo quedo estupefacto y luego suelto la risa.
¿En verdad, están locos esos niños?

La hija de la vecina

-¿Y Catalina todavía quiere estudiar medicina?
-No Raulito, si eso este año va perdiendo todo en el colegio y me va a tocar sacarla de ahí porque peleó con todo el mundo. Va a tener que hacer el último año de bachillerato en otra parte. Es que las malas compañías...
-¿Pero aún quiere estudiar?
-Si, pues la cabeza no se le soltó del todo. Aunque quiere estudiar dizque fotográfía... vamos a ver con qué sale.
-Ja ja (Sonrío mientras me alejo de la señora Nelly, que está lavando la ropa en esta mañana de sábado luego de haber hecho turno toda la noche)

"Bienvenida Catalina al grupo de los que tenemos la cabeza medio suelta. Si tu felicidad está en la fotografía, lucha por ese sueño"

"Tránquila, Nelly: Es mejor estar medio loco que completamente infeliz"

lunes, octubre 03, 2005

Acerca de mi amigo G

Mi amigo G ahora vive en Italia. Estudia allá una especialización en comunicaciones ópticas. Pero eso no dice mucho de él, como suele pasar con los títulos, los estudios y las localizaciones geográficas. No dice mucho de él desde la óptica que realmente importa.

Creo que era 1997 cuando lo conocí. Un trabajo de inglés fue la excusa para el inicio de una amistad muy sólida. La base: intereses vitales muy semejantes e intereses profesionales muy distantes. Creo que en aquellos tiempos, de la mano de mi viejo amigo G, descubrí cuales eran las cuestiones que realmente me resultaban inportantes.

Yo, que siempre gusté de la literatura, de la prensa, de la política, de las artes, en general entendía entre poco y nada del mundo de la ciencia y la tecnología (en el que sinembargo me hallaba inmerso). Siempre leal a las matemáticas y las físicas (¡cómo disfruto de los números en tanto son abstractos y sin aplicación inmediata!) había empezado a sentir cierta animadversión por los equipos (defecto grave en un ingeniero). Pero allí estaba G.

Ver a G. frente a un computador, tarjeta, chip o sistema, es una de las cosas más maravillosas sobre la tierra. Él no suele transmitir temor (que en mi caso es la realidad) sino una pasión desbordante, un amor infinito al conocimiento, una entrega total a lo que le resulta hermoso. Verlo a él frente a un equipo no debe ser nada muy diferente a ver al gran García Márquez escribiendo o a Zinedine Zidane jugando fútbol).

Entonces, sin yo ser un apasionado por la técnica y los aparatos, aprendí a valorar todas las actividades humananas. Aprendí a ver que la escritura de un poema y el mantenimiento de un computador tienen algo que ver. Son actividades hermanadas por la pasión.

Eso sin mencionar los boomerangs, la gran afición de mi viejo amigo G. Su padre le enseñó desde muy joven a labrar cosas en madera. En el patio de su casa, en Popayán tiene todo un equipo para fabricar cosas en madera. Y la gran mayoría de veces esas cosas son boomerangs. Grandes o pequeños, de dos o tres aspas. Pintados o sólo barnizados...

Algunas veces lo acompañaba a lanzarlos (actividad más o menos suicida si se tiene en cuenta que los boomerangs vuelven) e icnluso traté de aprender su técnica, pero no tuve muy buenos resultados (creo que la poca musculatura de mi brazo tenía que ver). Sin embargo, en los mágicos atardeceres de Popayán, era bueno olvidar mis errores y mis "circuitos" viendo volar un bomerang de luz intermitente... (No faltaba el niño que quería comprar el boomerang o el perro que quería atraparlo... así son las cosas)

A mediados de 1998 mi padre sufrió un accidente, que luego de tres semanas de aparente recuepración lo condujo a estado de coma. Mi mamá y mi hermano me llamaron un domingo a decirme que debía viajar a Barranquilla (donde estaban ellos acompañando a papá) pues estaba muy grave. Como el día siguiente era festivo (20 de Julio, día del grito de independencia colombiano) y en esos días la banca colombiana no facilitaba mucho las transferencias, me ví sin dinero para viajar. Mi amigo G. estuvo listo a ayudarme prestándome el dinero (realmente su padre y él) para viajar.

Al día siguiente estuve en Barranquilla visitando a mi padre por última vez. Pasado otro día, antes de que el horario de visitas se abriera, papá murió.

Fue un golpe muy duro, pues papá era "mi heroe", mi "modelo". Y pues a los 17 años no es el tipo de situación que uno espera tener que afrontar. Pero gracias a mi amigo G. pude darle un último abrazo a mi padre ese 21 de julio. Eso es algo imposible de olvidar.

Hoy, todo parece tan sencillo... tarjeta de crédito, transferencia via web, transferencia teléfónica, etc... pero en ese instante del espacio tiempo la salida fue mi amigo. Mi "hermano". El que siempre ha estado allí para dar la mano.

Luego, vendrían muchas cosas. La época de la guitarra, y los ensayos en que jugabamos a seguir a Francis Cabrel o a Eckimosis (el que entonces era el grupo del que hoy se llama Juanes), la Palomita Blanca de Juan Luis Guerra que él le dedicó a su amada...

Cuando se fue para Italia me dejó su guitarra, para que se le guardara. Y ese es sin duda, el mejor siímbolo de una amistad de varios años. O por lo menos compite con el boomeang de pasta que nunca voló, y que yo insisití en guardar como reliquia (no eran muchos los boomerangs defectuosos que hacía mi amigo).